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martes, 26 de julio de 2011

UN TRANVÍA LLAMADO DESEO (TENNESSEE WILLIAMS, Teatro)

Es la segunda vez que veo Un tranvía llamado deseo desde que se estrenara en Santander allá por finales de invierno y producida por el genial Juanjo Seoane. La primera vez que la vi fue el día del estreno nacional en Santander. Entonces pude apreciar que la dirección de Mario Gas era perfecta y que la versión teatral para esta puesta en escena era fabulosa, si no recuerdo mal era de José Luis Miranda. Los actores, excepto la absolutamente inigualable Vicky Peña, estaban bastante flojos en sus respectivos papeles. La actuación de Vicky ensombreció la de los demás: Blanche era un terremoto que se llevaba del escenario a todos, incluyendo al flojo Stanley y a la poco expresiva Ariadna Gil, Stella. En aquella ocasión fue en el Palacio de Festivales de Santander. Pero hoy la he visto en el precioso teatro Tívoli de la Ciudad Condal. Un teatro construido en 1919 y que alberga todavía durante unos días la magnífica, hoy sí, interpretación de todo el elenco de Un tranvía llamado deseo. Dentro del Festival de Teatre Grec de Barcelona, ningún teatro mejor para acoger este increíble alegato a favor de la lucha por la supervivencia. Todos tenemos en la cabeza la película con Vivien Leigh y Marlon Brando bajo la dirección del siempre polémico Elia Kazan, pero la versión puesta hoy en escena, con algunos cambios y matices, es lo más parecido. El trío protagonista: Vicky Peña (Blanche), Roberto Álamo (Stanley) y Ariadna Gil (Stella) brilló con luz propia. Vicky aún mejor, Roberto en un papel violento y sensual tan parecido a Brando y Ariadna en una de sus mejores actuaciones han hecho que el teatro se levantase para aplaudir y gritar algún "Bravo". El resto muy bien, siempre consiguiendo que la acción no decayese en ningún momento. El público no solo se enamora de la perdedora Blanche, magistral Vicky Peña, que pasa de la risa al llanto, de la realidad a la imaginación en décimas de segundo, sino que se engancha al terrible Stanley, en su mejor versión gracias al buen saber hacer del increíble Roberto Álamo. No dejeís de verla. Sorprendente. 

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